De las duras críticas iniciales lanzadas hacia sus hijos, habían pasado a una visión muy distinta de las cosas. Esto es la India. —Pero esto es muy cómodo: siguiendo tu razonamiento, él puede ampararse en su estilo y soltar lo que le venga en gana sin que los demás tengamos derecho a ofendernos... Max esbozó una sonrisa. Se volvió para darle las gracias a su clarividente desconocido, pero se encontró con el banco vacío. —¿Qué ves? Me suena tan mal…—No, no hay que hacer nada especial. Está frío y sabe a leche de nevera. Me recordáis a los niños que cuando no les conviene oír algo, cuando lo que se les dice no cuadra con su idea, se tapan los oídos, cierran los ojos y gritan con fuerza…. Lo único que tenía claro es que le había tocado a ella el papel de interpretarlo. Siempre es así en mi experiencia, y por mi edad podéis suponer que no es poca la que tengo. –Yo soy Antonio, y sí, es cierto, no me han sentado nada bien los comentarios de mi compañero. Esa conversación dio sentido a la insistencia de mis padres para que estudiara, y al esfuerzo económico que hacían. Gracias por proponerlo. No creía haberlo visto antes y, en cualquier caso, no le venía a la cabeza quién era. De esta manera podrás aprender a escucharte siempre, en todo momento. All use Spanish … Sabía que aquel hombre tenía toda la razón, pero algo le impedía hacerlo. Cómo afrontar nuestros miedos y conflictos. De repente le dijo: —¿Y qué pasa con los familiares? Isabel empezaba a verlo claro. La primera sensación fue sin duda de enfado: ¿cómo alguien se metía en su conversación de esta manera? Aquí la regla de oro es hablar solo de lo que a ti te pasó, de lo que sentiste. Su respuesta, como ya te he dicho, fue contundente... —Una respuesta que necesita traducción. Volvió a sentarse en su mesa y empezó a reflexionar: sí, el proyecto de Pablo presentaba incertezas y él, que ya era mayor y sufría por el futuro de sus hijos, preferiría mil veces que continuara con su empleo en la empresa tecnológica. Ingrid, encantada, se levantó de la barra y se fue directa a la caja. No sabía si podía y quería sincerarse con aquel desconocido, por más que le cayera bien de entrada. Marta tomó la palabra para recordar lo que Max les había dicho en tantas ocasiones: –Ya sabéis que es distinto callar por no herir al otro que callar por miedo, o callar por no querer decir la verdad. Lo que Max le estaba diciendo era totalmente cierto. Todo lo que te están reconociendo tus compañeros es cierto. Debemos trabajar sobre él para hacer que desaparezca; transformarlo en serenidad y paz. Pero cuando se giró para preguntárselo, se encontró el asiento vacío. Entretanto, en la mesa contigua, un hombre mayor también se levantaba para abandonar el bar, olvidando sobre la mesa un papel escrito a mano. Y no me disgusta en absoluto serlo. Justo cuando abría la puerta del coche, recibió la respuesta: “Lo siento, voy muy liado, ya te llamaré...”. –Ahí lo tienes. –Pero esto nos aboca a un callejón sin salida... ¿Qué debo hacer, entonces? ¿Por qué tu hijo adolescente se comporta así? La verdad es que no se me ocurre nada más. Llevaba un buen rato sentada en un banco de la calle, ya que no se sentía con fuerzas de volver a la oficina. Inevitablemente, todas eran, de forma más directa o más encubierta, consejos. Mírate a ti y a tu compañero como estáis discutiendo, y con esa mirada externa trata de comprender a ambos protagonistas. Después de media hora de animada charla, Silvia le dijo:—Max, el viernes fue mi último día de trabajo. ¿Estás de acuerdo con esto? Marta contaba que había obviado una negligencia de una secretaria por “no enturbiar la relación con ella”. Después de pasar un buen rato pensando en ello, decidió mandarles a cada uno de ellos una sencilla pregunta: “¿Cuándo fue la última vez que disteis una buena noticia a alguien?”. Es posible que las primeras veces provoques sorpresa, pero no decepción, especialmente si te aprecian. ¿A qué venía aquel comentario? El Real Madrid Club de Fútbol, más conocido simplemente como Real Madrid, es una entidad polideportiva con sede en Madrid, España.Fue declarada oficialmente registrada como club de fútbol por sus socios el 6 de marzo de 1902 con el objeto de la práctica y desarrollo de este deporte —si bien sus orígenes datan del año 1900, [7] y su denominación de (Sociedad) … Ni Mali miró los cientos de cactus similares que había alrededor. Él miró hacia los lados ruborizado y lo negó con una expresión extraña. La última comida fue poco cordial, incluso tensa. Visto así, puede ser una gran ayuda para los adolescentes en un momento crucial de creación de vínculos afectivos y definición de su identidad. Alberto había sido rápido en su deducción, y no era de extrañar, ya que llevaba muy mal la crítica de los dem��s. Verónica reflexionaba con la mirada perdida. Lo que ocurre es que ese trabajo no puede ir nunca en contra de la libertad del otro, no puede forzar lo que el otro quiere darnos o simplemente puede darnos, por su vida, por sus circunstancias, por el momento en que se encuentra o por sus ganas. —Eso se lo he intentado comunicar a mi madre, aunque tarde me temo. Puede que nosotros nos quedemos tranquilos, puesto que se lo hemos dicho todo; pero al otro no le ayudará. Porque sin duda forma parte de nuestra vida. En aquel momento escuchó una voz a su lado que le decía.–Lo recordará, pero probablemente no lo hará…. Al parecer, se le había caído en un descuido. —Pues como tenemos un buen rato de viaje, déjame que intente convencerte de mi tesis. No quería marcharme sin antes darte las gracias. —Me sorprende lo que dice, y está bien saberlo. Además, lo sabe perfectamente…. ¿Por qué dice eso? Enseguida le preguntó a Max: —Piensa siempre en qué harías en ese tiempo que dedicarás a hacer lo que te piden. La conversación había sido intrascendente, y se había quedado con la sensación de que vivían en mundos distintos. Ahora lo tenía claro: aquella espera prometía ser todo menos intrascendente. Este le lanzó un reto: —Piense por un instante en el día de hoy: ¿con cuántos invisibles se has cruzado? —Porque no nos atrevemos. –¿Adquirirlo? Sin rastro del tal Max. La tendrás más cerca cuanto menos presionada se sienta. Entonces, nuestro muchacho los miraba confuso, luego contemplaba el vasto horizonte a su alrededor y decía: —¿Esto el océano? Ana se quedó reflexionando unos instantes. Esto significaba que, inevitablemente, Marta tenía que resolver en su interior el enfado con su compañera antes de ir a hablar de nuevo con ella; si no lo hacía, el resultado sería un nuevo enfrentamiento. Ana apuró ceremoniosamente su café. Asintieron y se giraron para invitarlo; sin embargo, como por arte de magia, el hombre había desaparecido. —Me puede acusar de haberle dicho cosas injustas. No me va todo eso. Y en todo caso, si no sale como respuesta a su silencio, es que no se lo iba a contar. Estoy cansada, pero eso es lo que menos importa. Lo que le faltaba. —¿Y cómo estás ahora?—Desconcertada, la verdad, porque el despido me pilló desprevenida… —¿Sabías lo que pensaba de ti?—No, pero otros sí que lo sabían. No necesariamente ha de ser un invitado a tu cena…. Amaya intervino para obtener la claridad que le faltaba: —Un sí convencido, pero limitando el tiempo de uso y con experiencia persona a persona. La primera tiene que ver con el agradecimiento. Apúntate al método ABCDE, Recetas analógicas para una dieta digital, Haz limpieza: no puedes ser amigo de todo el mundo. Max preparó un café y, como la temperatura era agradable, decidieron tomarlo en el jardín. Le pidió al camarero que incluyera en la nota la cerveza del hombre mayor que se sentaba a su lado. Pero en un mundo tan conectado como el que vivimos, tenemos que ordenarlas con cuidado. Si alguien tenía que estar a su lado incondicionalmente era precisamente él. Tienes que ser más comunicativa conmigo, contarme tus cosas.–Vale, mamá, dejémoslo aquí. Pero en la amistad no debería haber un sentimiento de deuda. Pero eso no son relaciones, son contactos. Tuvo la extraña sensación de haberlo soñado todo. Se aventuró a una pregunta final: —Y al final, ¿qué sacamos de ese conflicto? —¿Y de verdad eso es posible?—Sí, lo es, siempre que tengamos una sincera intención de comprender al otro, en vez de la habitual necesidad de culpar. Creo que en parte las comprendo. Carmen no podía añadir nada al respecto. Entonces le preguntó: —Ummm... la verdad es que trabajo tanto que no puedo ir a verla mucho. Ellos habían gozado del conocimiento, a ellos les tocaría aplicarlo en primera instancia.Apuraron los cafés. Ella no lo acababa de ver claro. Ni Mali está en la orilla e intenta mirar en el fondo, pero todo está turbio y solo alcanza a ver su sombra intentando mirar en el fondo. Si lo que nos pide nos da mucho miedo o sobrepasa nuestra capacidad, busquemos ayuda en nuestro entorno o en un equipo profesional. Max, dándose cuenta de que lo estaba perdiendo, intervino: —Carlos, te pido un minuto de confianza: te pido que mires un momento dentro de ti. Ingrid escuchaba con atención. Cada día, al volver de la escuela Vedanta, debía labrar la tierra junto a sus padres para tener algo que comer. Las palabras de Max tenían un enorme calado y le descubrían un camino de crecimiento totalmente nuevo. No ha sido un camino de rosas; cuando nos despedíamos, me lo ha agradecido”. Invitó al hombre a subir al coche y pusieron rumbo a la ciudad. Buscando terreno común. Me enrollo, me repito; es como si nunca estuviera segura de que los demás me han entendido bien, como si... Bueno, exactamente como estoy haciendo ahora. —¿Has llegado media hora antes para ase­gurarte de que todo estaba a punto? ¿No dejarías pasar un poco de tiempo? —Te lo puedo discutir con experiencias concretas de relaciones virtuales que sí funcionan –le respondió Amaya. Tengo un problema con mi padre que no estoy sabiendo abordar... No me veo capaz de hablar con él de lo que nos ocurre. Se trata sencillamente de comprender los motivos por los que el otro puede haber tenido una determinada reacción, y no menos importante, comprender qué hubo en sus palabras que también a mí me hicieron reaccionar. Max se dio cuenta de que lo que quería transmitirle a Ingrid no iba a ser fácil, así que cambió de hilo argumental. Porque yo la quiero conmigo…–Y lo comprendo, pero es tu única oportunidad. Hay gente que es demasiado clara simplemente para descargarse, para “soltar lo que lleva dentro”, no porque piense que su claridad va a ayudar al otro. Nuestras historias. Se levantó para confirmarlo en las pantallas y, al volver la vista hacia Max, se encontró con una silla vacía. Habían pasado los diez minutos, y además Antonio tenía la sensación de que ya estaba todo dicho. —Y en relación al conflicto con tu padre, ¿qué has hecho hasta ahora? Sabía lo que tenía que hacer: trabajar sus relaciones de amistad, pero siendo especialmente sensible a lo que la otra persona deseara. Caminaban a toda prisa bordeando la muralla con un par de cubos azules de plástico que a veces chocaban con alguna piedra del camino. "A menudo evitamos dar malas noticias porque tenemos miedo a la reacción de los demás, a una respuesta negativa o a que piensen mal de nosotros. Porque sabemos que son solo una farsa. Juntó las manos y pronunció: Pranam. Se inclinaron ante él y pronunciaron la palabra Namasté. Metido ya de lleno en la explicación de Max, Iñaki le pidió más concreción. El café pendiente es algo que yo tengo, independientemente de que lo tenga el otro. A mi entender, esta es la segunda habilidad necesaria para relacionarse positivamente con los demás. Por eso pensaste lo que pensaste. Si lo hubieras sabido, como tú dices, sin duda hubieras actuado de manera diferente. –Y es bueno que sea así. Era un espejo envuelto de polvo y telarañas en el que aparecía reflejada su figura de forma borrosa. —Mi jefe me acaba de hundir con un comentario durísimo. —Pero, Max, es que en el fondo yo soy así, hago siempre favores a la gente. –Sí, parece como si hubiéramos perdido la confianza de antes. Alberto continuó su conversación sin inmutarse. Nacho percibió de inmediato la intención conciliadora en el tono de voz de aquel hombre, así que decidió seguirle el juego. Con esta coraza nos protegemos de todas estas flechas. Sé sincero con tu pareja en lo que sientes y preocúpate por percibir sus sentimientos con empatía. —Roberto, gracias por haberlo preparado to­do con tanto cariño. Ella, viendo el aspecto bonachón del hombre, aceptó. by beatriz5de5maria5y5c in Orphan Interests > Cognition Pero un error no es más que una llamada de auxilio. Sabía que su hermana la necesitaba a su lado. El discurso de Max tenía todo el sentido del mundo. —Mi nombre es Max, y mi ofrecimiento es escucharte…. Al final dijo: —Ya la tengo. Preguntó por él al taxista, que la miró con cara extrañada. Ana se quedó pensativa. Es algo que ocurre, que también les ocurre a ellos, y que tenemos que vivir con naturalidad, sin culpa ni sufrimiento. Tengo tiempo y quiero buscar algo de lo mío. Me había estado llamando porque necesitaba el contacto de un médico amigo mío... Max escuchaba el relato de Nacho con suma atención y, después de una breve pausa, añadió: —Me siento absolutamente culpable, Max. Oyó una voz a su lado: Sorprendido, se giró para ver quién le hacía el atrevido comentario. Aquel hombre tenía razón. Segun el MCCEMS; los jovenes requieren de una formacion que les permit ser ciudadanos responsables en sus acciones, empaticos, resilentes, con pensamiento critico y reflexivo. Miguel se quedó pensativo con su taza de café entre las manos. Ingrid recibía las palabras de Max como una auténtica revelación. Inmediatamente Ana mandó un watsapp a su marido, que debería estar entrando en el cine en aquel momento: Los ojos le brillaban de nuevo, pero esta vez eran de emoción. —Con toda probabilidad él acabará haciendo lo mismo contigo, recomponiendo su retrato de ti... Las dos amigas estaban sorprendidas. Lo que hay que saber es cómo solucionarlo. En un momento determinado, Carlos, el encargado, la interpeló: –Alba, estás alargando mucho el desayuno hoy. A la mañana siguiente, Julio recibió un mensaje de Max. Si lo que te pido es un inconveniente para ti, solo quiero que me lo digas, porque yo no lo sé, o no lo he tenido en cuenta. Marta se encontraba inmersa en un conflicto con una compañera de trabajo y, precisamente aquella tarde, habían tenido un tenso desencuentro en el curso de un torpe intento que había hecho ella por resolver las cosas. Ahora entendía. También descubrió, aunque no le sorprendió lo más mínimo, que en nuestra comunicación es imposible esconder nuestros sentimientos, por más que nos esforcemos. El tiempo, en este caso, es una excusa. Poner etiquetas es renunciar a tu capacidad de percepción y no ver a los demás como son, sino como tú ya has decidido que son. Ordena tus ideas y tus sentimientos. Roberto, visiblemente incómodo, respon­dió con un hilo de voz: —Bueno... en realidad... tampoco he hecho nada especial... Siguieron charlando hasta que otro compa­ñero, que también se marchaba, interrumpió la conversación para decirle a Roberto: —Roberto, ¡eres el alma del grupo! Tal vez estaba forzando su relación con José Luis más allá de lo que el otro quería, o podía. Ayer vine por trabajo y me quedé para cenar con unos viejos amigos…—… que quizás ya no son lo que eran.—¿Perdón?—Disculpa, es que por tu forma de contarlo me da la impresión de que hubo algo que no funcionó como esperabas. Y si se coge a ello, ella no sentirá que la entienda…. Y a su alrededor, no pudo ver ni rastro del entrañable personaje del que en aquella corta espera tanto había aprendido. Silvia se reconocía perfectamente en el comportamiento que Max describía.—A menudo, como nos cuesta decirlo, cuando por fin hacemos acopio de valor y lo hacemos, caemos en el otro extremo: la agresividad. Y ello le permitía imaginar un diálogo muy distinto con ellas. No sé si lo entenderá…—Pues debes saber que este miedo que sientes puede alejarte de la asertividad. Me encantaría saber qué nos está pasando. Las tres expresiones mágicas para mantener sanas las relaciones. Aquí tienes la selección de cuentos cortos para leer a la hora de acostarte que te ayudarán a desarrollar tus relaciones personales y a crecer emocionalmente. Con el ánimo remontado, se dio cuenta de que la crítica de sus amigos le iba a ayudar: tenía que reflexionar sobre qué le impedía tener una mirada más positiva de las cosas y cómo podía llegar a ser más optimista. La vida en directo que hoy vivimos ignora nuestra historia. De repente, oyó una voz a su lado que le decía: —Algo me dice que no es tu mejor día, ¿te ayudaría hablarlo? Ventajas. Max no volvió a tener noticias de Mateo en bastante tiempo. Existía en la antigua Aiodhia un niño bondadoso llamado Manoj. Cuando nos critican, es importante reflexionar sobre qué aspectos nos han dolido especialmente, porque nos darán la pista de las áreas que debemos trabajar. Claramente no sabía de quién le hablaba. Algunos mensajes no solo ayudaban a las relaciones, sino que además tocaban muy adentro. Enseguida le dijo: —Disculpe, no quería incomodarla, pero es que he vivido esta situación mil veces, hasta que comprendí por qué me pasaba. —Pues que sepas que así sí que realmente vas a perderlas. Ni las salidas nocturnas. Alberto mostraba una expresión dudosa; en cambio, Clara se apuntó a la tesis de Marta: –Ciertamente. Su respuesta fue clara y concisa: Max dejó que aquella revelación les calase hondo y, viendo sus caras de preocupación, se apresuró a añadir: –Y no es nada extraño. Pero ella probablemente no solo necesita oírlo sino que lo quiere volver a experimentar. Ni Mali intenta atraparla, pero justo en ese momento su madre la despertó como todos los días, menos los lunes, para ir a recoger los higos chumbos de los cactus. Al final decidió tirarse a la piscina.–La verdad es que sí; acabamos de conocer el diagnóstico de una enfermedad importante de mi hermana, y estoy muy triste por ella. —Ahora sitúate en el día de la comida. Carlos no esperaba esta pregunta, que sin duda no era fácil de responder. Al final, y viendo la franqueza de su mirada, decidió seguirle la conversación: —Pues sí, estoy convencida de que es malo. Estamos al servicio de su angustia, no a merced de la nuestra.". Roberto llegó puntual a la cita y, tras una breve conversación, Max le pidió un favor: —Roberto, estoy teniendo muchos problemas con el ordenador. —No lo veo fácil, pero lo intentaré. ¿Y hay solución? —Verás, Iñaki, las etiquetas que colgamos a la gente nos impiden ver a los demás tal como son. Decía: “Max, te devuelvo tu canción. Con dos matices importantes: el primero, que ello no supone que renuncies a la iniciativa de entablar el diálogo y que te puedes permitir ir algo por delante, pero no demasiado. Una de las más importantes, pero también de las más difíciles de interiorizar. Llegaron a la ciudad y en un semáforo le preguntó a Max: Max bajó, y cuando ya había cerrado la puerta, Javier pensó que podría haberle preguntado si quería regresar con él. De esta forma, si por ejemplo pienso de alguien que es un pesado, solo percibo en él los signos de ser un pesado. ¡Dulces sueños! Querías hacer una valoración algo crítica del trabajo de Carlos, ¿cierto? Rebeca empezaba a entrar en el razonamiento de Max, y necesitaba acabar de entenderlo: —Pero, Max, cuando Tomás me ha explicado su situación, me he puesto en su piel, ¿no es eso pura empatía? Había pasado un tiempo y ya no quemaba, de hecho estaba riquísimo y pudo terminárselo entero. Te he visto muy preocupada...”. Se saludaron efusivamente, rememoraron su encuentro anterior y, cuando Max le preguntó cómo estaba, Carlos fue directamente al grano: –Bueno, ya te comenté por teléfono que tengo problemas con mi pareja. –Sí, pero no es que yo lo diga, es que me lo dices tú cuando me afirmas que te quedas dolorido cuando te dice estas cosas. Poco amante de los aviones, se disponía a realizar el trayecto en autobús. Pero es que lo que te ha ocurrido es un clásico y quizá te interese comprenderlo mejor. Los padres le recordaron el bien que les había traído, cuánto había ayudado a los demás. —El papel lo aguanta todo, Pablo, pero la realidad luego es muy distinta. Una mujer de unos cuarenta años, leía un mensaje del móvil cuando, de repente, soltó un audible suspiro y dijo en voz alta: A su lado, un señor mayor que saboreaba plácidamente su café, le miró a los ojos. El problema sería no ganar nuevos. Definitivamente no era su noche. —Y tú probablemente seas una persona de gran sensibilidad, cuidadosa con la gente, que te preocupas por los demás y les hablas con tacto... —Podría decirse que sí, aunque creo que estás siendo muy generoso conmigo. Recorrió con la mirada las estanterías, cogió un volumen del escritor y ensayista francés André Maurois y buscó una página que tenía señalada. Ni más ni menos. —Ignorar este punto del cansancio y dejarla hablar más. Había sido Alba, en la persona de Max, la que había sugerido su propia solución. Verónica se levantó e hizo señas al conductor para que parase. Parecía que ya esperaba una reacción como esta. Se animó a preguntarle: —Creo que aún la arrastro entre los miembros del grupo que todavía tienen relación. Si tomas consciencia de este pensamiento, quizás puedes formularlo de un modo distinto. Siéntate junto a aquellas flores, extiende el brazo y abre totalmente la mano con la palma hacia arriba. Y si no eres tú la que huyes, serán los demás los que lo hagan cuando se descubra la verdad, porque se romperá en gran medida la confianza. No quedaba ni una mesa libre. Y lo mismo ocurrió con el de Clara, de forma prácticamente simultánea. ¿Te es tan urgente? ¿Qué sentido tiene para usted todo esto? Alba aguantó la puerta a alguien que salía. –Es muy sencillo, tienes que tomar consciencia de tus pensamientos. Tendré pánico a la crítica y la viviré como una verdadera agresión. Será todo un espectáculo (y por cierto, de eso viven las tertulias de muchos medios). —Pues que he leído un mensaje de mi jefe que me decía que había un error en un documento que le pasé ayer…. Pero al dirigir la mirada a los bancos de espera, no pudo verlo. —Creo que las redes son un gran instrumento, probablemente el mejor que jamás hemos tenido para mantener el contacto, pero no creo en las relaciones que no tienen o han tenido un espacio de encuentro personal. —Yo me llamo Ana, y sí, creo que me vendrá bien desahogarme. El hombre mayor reaccionó al instante, diciéndoles: —¡Ah! ¡La estrategia tenía sentido! A pesar de la premura con que Silvia le había pedido que se vieran, Max no tenía prisa por descubrir qué le pasaba. En los últimos años cada vez creía menos en él y le afectaban más las opiniones de los demás. También estaba siendo terriblemente injusto. Aprovechó para preguntarle a José, el camarero: —¿Conoces al anciano que está en la mesa contigua a la mía? Ahora has sentido en tu propia piel lo poco que te ha ayudado que alguien que te aprecia no te dijera algo que necesitabas saber. Al cabo de unas semanas, coincidí con un conocido común y me enteré de que padecía una enfermedad grave. Llegaron puntualmente al bar, donde Clara ya los esperaba y José les tenía preparada su mesa de siempre. Algunas son puramente científicas, como el hecho de que las relaciones por las redes tienen el mismo efecto neuronal que las relaciones en vivo. A base de comentarios mal intencionados intenta que me pelee con mi hermano y, si no lo consigue, entonces mete cizaña con los niños…. Diario digital Hispanidad. “Eres un desvergonzado, un desobediente, un maleducado, no sirves para nada”, le gritaban sus padres, y cuanto más lo pisoteaban, más recio e insensible se tornaba él. Un claro error, y con una solución sencilla: intercambiar papeles, es decir, desahogarse del trabajo con alguien ajeno a él, y de la familia con –por ejemplo- alguien del trabajo. Max le preguntó: —Rebeca, ¿te da miedo perder tu trabajo? Se produjo, de nuevo, un largo silencio hasta que Max lo rompió: —Roberto, nuestra seguridad personal se manifiesta tanto en nuestra capacidad de aceptar las críticas como en la de aceptar también los halagos. Se vio abriendo la puerta de casa con prisas por la mañana. Otro insensato a la altura de sus amigos. Escuchándose un poquito más. El grupo reanudó el debate con ímpetu, esperando convencer al nuevo miembro. Quise hablar con Juan y él se negó. —Pero ¿sabes? Entre otras cosas porque en cuanto me lo planteo siempre pienso en todo lo que va a salir mal. Me gusta organizar bien las cosas. Haz exactamente lo que te digo. Sentada en la barra de la pequeña cafetería de siempre, Alba se estaba tomando mucho más tiempo del habitual para su desayuno. Pues lo mismo ocurre con nuestras relaciones. Javier estaba ensimismado, todavía molesto por el mensaje de José Luis, y pasó los primeros minutos sin abrir la boca. ¿Y si era su hija la que se engañaba a sí misma, porque no quería aceptar que trabajaba demasiado? Respira, tómate un buen sorbo de tu café, y cuando sientas que el enfado no está tan vivo, respóndeme. Carlos estaba profundamente impactado. Y lo más importante era que aquella constatación le llegaba tras varias acusaciones de personas muy cercanas de que parecía que “no existían para él”. Vivimos en un entorno donde “o estás conmigo o contra mí”, sin matices ni grises. Todos sin excepción tenemos a nuestro alrededor un buen número de invisibles. ...si, por no conocer tu realidad actual, no he podido valorar que lo que te he pedido es para ti un problema. Ahora fue Rebeca quien sonrió. Abrazó a Max y, con una gran sonrisa en los labios, le dijo: –Max, te lo tengo que decir..., eres único. Haciendo un gesto afirmativo con la cabeza, invitó a Max a continuar. Y dándose cuenta de que aquello no podía ser accidental, le preguntó: Divertido, Max se quiso explicar enseguida. Max se levantó. La cita –como quería Max– había tenido su efecto. Le habló de los problemas con su jefe, de las relaciones con sus hermanos, de la dependencia que tenía su padre de él y también de cómo había terminado su última relación de pareja, que había sido muy frustrante para él. —Verás, Ana, con la intención de no defraudar a los demás decimos muchas cosas que no salen de nosotros. Disparan la oxitocina igual que las relaciones cara a cara. Pero tendría que explicárselo, y quizás una pequeña provocación le ayudase. Tenemos poco de que hablar…. De repente las piezas encajaron en la mente de Javier. Forma parte de nuestra comunidad Cuerpomente y recibe todas las novedades de los cursos y los contenidos exclusivos que preparamos para ti. Cogiendo el móvil llamó a la persona que le había pedido el favor: —Paco, soy Ana. Ana bajó los ojos. O mejor dicho, les tengo pánico. Le empezaba a resultar entrañable aquel hombre, y estaba dispuesto a escucharlo hasta el final. Pero la expresión serena y amable de su rostro la llevó a reconsiderar aquel impulso e iniciar una conversación con él. ¿Me seguía acaso? –Pero, Max, las cosas hay que hablarlas, hay que confrontar las opiniones. Lo que me digo a mí mismo es lo que me permito decir a los demás. –No, la verdad. En un primer instante lo ignoró y se dispuso a levantarse y a cambiar de banco, alejándose de aquel entrometido. Alba se quedó desconcertada. —Me refiero a que quedarse los disgustos dentro no es en general buena idea, pues afectan al ánimo y producen resentimiento. Trata de respondérmela sin un consejo... Carolina, con una sonrisa en los labios, aceptó el reto y empezó a pensar en posibles respuestas. Y sin embargo creo que te ayudará más a ti que a mí. Dejó que Mateo reflexionase acerca de lo que acababa de pasar y se hiciese su propio mapa de situación. Ayudar a los demás está en tu ADN. Tras unos instantes de reflexión, Rosa le preguntó a Natalia: En aquel preciso instante se oyó una voz que provenía de un extremo de la barra: Natalia y Rosa lanzaron una incisiva mirada al autor de aquella afirmación, un hombre mayor, al que no recordaban haber visto entrar y que, devolviéndoles la mirada, les dedicaba una cálida sonrisa. Al cabo de un momento, le dijo: —Vale, voy a hacer lo que me dices, aunque no estoy convencida al cien por cien. Tú tienes que mostrarle el camino. Antonia tenía la sensación de que algo no funcionaba bien en la vida de Carolina, así que le preguntó: —Mamá, no empieces. Es un arrogante y un prepotente. Y no sé las consecuencias que puede haber tenido mi actitud. David no se podía quitar de la cabeza el comentario porque, más allá del hecho puntual, le conectaba directamente con algunos problemas que había estado teniendo últimamente con su gente. Los tenemos porque algo muy fuerte nos une a ellos, y estos amigos son generalmente para siempre. Esta vez optó por enviarles un correo con una pregunta muy directa: “¿Cuándo fue la última vez que os hirieron las palabras de alguien?”. –Perfecto. Max, como si le leyera el pensamiento, le dijo. Pasó un largo rato, hasta que por fin le dijo: —No sé... dímelo tú que tienes más experiencia. Pero tras haber leído el mensaje de aquel tal Max, se daba perfecta de que todos estos pensamientos eran fruto de su miedo y que lo que estaba haciendo con su actitud era trasladarlo a su hijo sin más. —¿Y qué vas a hacer ahora? ...si ese “no” es razonable, si tiene una explicación clara que yo comprenderé. –¿Hay algo que creas que no está funcionando suficientemente bien? Esta es una realidad que estos días he podido constatar en mi propia piel. Ni más ni menos. –Claro. –Y da la sensación de que todo son reproches entre vosotros. Un frenazo la sacó de sus pensamientos: el autobús había llegado. Nacho estaba sorprendido e interesado a partes iguales. Lo había hecho sin dilación, pero de una forma tan directa y contundente que su colaborador se quedó hecho polvo. Javier le interrogó con la mirada, y este le preguntó: —¿Podría llevarme? Solo necesitamos tomar conciencia y hacer uso constante e ilimitado de las palabras mágicas. —¡Ah! Las amistades vienen y van y es bueno que así sea. De repente, oyó una voz que le interpeló diciendo: Levantó la cabeza y se encontró sentado a su lado un hombre mayor, con aspecto de profesor jubilado. Finalmente, y mirando al suelo, se decidió a decir: —Creo que no es del todo cierto. Le hizo una última pregunta: –Acompañarla. Al reparar en su presencia, y al conectar con su serena mirada, se sintió extrañamente impulsado a entablar conversación con él, así que le contó: —Hola, no le había visto entrar. Pero pueden hacerlo. Si se encuentra en esa situación, nunca tiene el valor de hablarlo abiertamente, se lo queda dentro y no dice nada. Antes de que pudiera plantearse quién era aquel hombre misterioso o por qué se entrometía en su vida, una idea le vino como un relámpago a la cabeza. Es todo lo que necesitas para dejar caer tu máscara y descubrir tu verdadero rostro. Rebeca, que esperaba a una amiga, se quedó en la mesa, pensativa y profundamente afectada. Gracias a nuestra charla, ya no me identifico con ella”. Mónica se quedó con la mirada perdida. Es un mandón y siempre quiere tener la razón... —... y esta puede ser una parte de él, pero solo una parte. Pidámosle que nos ayude a entender bien lo que quiere que hagamos. Miguel se giró para ver de quién procedía la oferta, y pudo ver a un entrañable hombre mayor, que rondaría los ochenta años, con una mirada viva y limpia. Como si todo aquel episodio jamás hubiera sucedido. La coraza la para y caerá al suelo, sin hacernos ni un rasguño. Y nos gustará que nos cuente cómo ha llegado a esa conclusión. No había oído que le llamasen, ni lo había visto salir, simplemente se había esfumado. –No está mal… y puede ser mejor. Aquello le resultaba demasiado chocante. Y la mariposa desea emprender el vuelo. Esta es una selección de los cuentos de la colección "Encuentros con Max" que el escritor Ferran Ramón-Cortés ha publicado en exclusiva en Mentesana/Cuerpomente. Ingrid iba a añadir un “difícil”, pero cambió al instante: —Que es muy revelador y que lo voy a conseguir. Pasaré toda la tarde.–Ufff... –comentó Natalia–, menudo palo.–¿Pero está bien? Y no te niego que desde la distancia, física y personal, es más fácil captarlo. Silvia estaba convencida. Finalmente respondió: —Tengo fama de ser muy transparente, y a veces me dicen que soy un poco dura, que siempre digo lo negativo. El límite estará en si lo que tenemos que decir puede ser recibido por el otro de forma constructiva, sin que se sienta herido; es decir, el límite está en ver si nuestras palabras le ayudarán o no. —Bueno, es evidente que esta forma de comunicación no ayuda a tu jefe. A mí no me gustan las fiestas multitudinarias. Tú quieres que tu hija se abra, pero tú no te estás abriendo con ella.–Pero no es lo mismo, yo soy su madre y tengo mis motivos para actuar así…–Ya, y ella es tu hija. Sin darnos cuenta, tenemos la confianza de decirles a los demás todo lo que nos molesta pero nos olvidamos de decirles lo que nos gusta. Esta pregunta consiste en una reflxión sobre lo caro o lo barato que sale estudiar durante tantos años 1. hace alrededor de 20 horas. La capacidad de no dejar de decir las cosas, pero hacerlo de manera que ayudemos, que nuestro mensaje no hiera sino que mueva a ser escuchado. Empezaron a andar, y Max tomó la palabra:–Me llamo Max, y estaría encantado de que nos tuteemos.–Yo soy Carmen, y te escucho intrigada.–Carmen, quieres que tu hija comparta su vida contigo, ¿cierto?–Sí, exactamente. WebCapítulo de libro: “Reflexiones para la formación ciudadana”. Yo he estado hablando un buen rato con él y le aseguro que lo está pasando fatal. Te estamos esperando... —No, es por la cena, me muero de hambre... bueno, va, un poquito sí. Al final de cada unidad, aparece una serie de ejerci- cios con carácter optativo, diseñados para aquellos alumnos que necesitan más práctica o bien, para utilizarlos como parte del trabajo en … Verás, necesito decirte que no llego con tu encargo. Diseño de procesos químicos: detrás de cada elemento que usamos en nuestra vida cotidiana está la combinación de maquinarias, mano de obra y procesos para su fabricación.Son precisamente los ingenieros químicos los responsables de planificar y diseñar las plantas industriales en las que se …